El 22 de mayo de 1938, el Fuerte de San Cristóbal fue escenario de la mayor fuga carcelaria de Europa en el siglo XX. De los 2.497 presos recluidos en condiciones extremas, 795 se lanzaron a una huida desesperada hacia la libertad. Hoy, casi nueve décadas después, la marcha de montaña La Fuga, La Fuga Mendi Martxa, mantiene viva su memoria. Con un recorrido exigente de 53 kilómetros y 1.800 metros de desnivel positivo, esta prueba une deporte y recuerdo en un mismo evento. Jose Luis Tabar, miembro del comité organizador, explica las características y el significado de este reto único.

¿Qué diferencia a este evento de otras carreras deportivas?

Desde el primer momento, queremos que quienes se inscriban comprendan que detrás de cada kilómetro hay una historia. Esto lo trabajamos con difusión en la web, las redes e incluyendo información y trípticos de memoria en la bolsa que obsequiamos a cada participante. Uno de los objetivos es sembrar curiosidad, empatía y conocimiento. Estamos en un escenario, el monte Ezkaba, que para quienes somos de aquí es familiar, pero muchas personas no saben lo que ocurrió allí.

¿De qué manera La Fuga busca conectar el deporte con la memoria histórica?

No se trata solo de los 795 presos que protagonizaron la mayor fuga carcelaria de Europa. Fueron años de sufrimiento, de personas recluidas en condiciones inhumanas, lejos de sus hogares. Nosotros, con el evento GR225 La Fuga, queremos también recordar esa represión vivida en la prisión. Los participantes saben que esto tiene una dimensión más profunda: no vienen a hacer una marca deportiva, sino a rememorar la historia.

¿Cómo creen que vivieron los reclusos aquella fuga?

Imagínese: aquellos hombres salían de noche sin saber dónde estaban, orientándose como podían, caminando de noche y escondiéndose de día, siempre con miedo. No fueron solo 12 horas como ahora en la marcha, fueron días, incluso semanas. Algunos estuvieron escondidos durante meses antes de ser capturados. Y cuando los atrapaban, la crueldad era extrema.

¿Hay distintos perfiles entre las personas participantes?

Sí, hay quien se apunta solo por el desafío deportivo, sin conocer la historia. Pero ahí es donde entra nuestro trabajo: concienciar y educar. Nuestro proyecto va más allá de lo deportivo; utilizamos el deporte como herramienta de difusión y de memoria histórica. Cuando las personas participantes se preparen para salir, queremos que piensen en esas 795 personas que recorrieron este camino en mayo de 1938. Si en cada persona logramos despertar una semilla de conciencia y curiosidad por la memoria y la historia, ya habremos dado un gran paso adelante.

Aurresku ante los participantes, frente al Fuerte de San Cristóbal. Cedida

¿Cuántas personas forman el equipo organizador?

El grupo motor lo conformamos siete personas. Estamos Floren, Laura, Piluka, Aritz, Lur, Mikel y yo. Pero es importante resaltar que la labor voluntaria es clave. Sin estas personas no podríamos sacar esto adelante. Además, estamos abiertos a que más personas se sumen a este proyecto. 

¿Es complejo organizar un evento de estas características?

La verdad es que no es una marcha sencilla. Hay que trasladar a 500 personas por carreteras estrechas a las cinco de la mañana, coordinar relevos, gestionar autobuses, personal voluntario, avituallamientos... Logísticamente es muy complejo. Es el evento más complicado que hemos organizado. Y nada de esto sería posible sin el equipo de voluntariado, que están desde las cuatro de la mañana hasta las diez de la noche, repartidos en varios turnos. Además, hay que resaltar la implicación de los ayuntamientos colaboradores y Gobierno de Navarra, los cuales están muy implicados y sensibilizados con la memoria histórica. Eso nos anima a seguir. Ser parte activa de los eventos que se organizan en las semanas de la memoria de Ansoáin y Berriozar, para el grupo motor, es un aliciente. 

Imagen de la meta situada en la localidad francesa de Urepel Cedida

¿Qué desafíos se plantean?

Seguiremos sembrando, trabajando año a año para que esto crezca. Queremos que llegue a todo el mundo, que cada persona participante, voluntaria, cada institución y asociaciones que participen sepan que esto es mucho más que un evento deportivo: es un homenaje, un acto de memoria y un compromiso con la verdad histórica.