Al bueno de Pepe Mujica le ha llegado su día de las alabanzas y esos no son buenos tiempos anque en su caso hace mucho que dejó de importarle este momento. Sobre todo para quien protagoniza esos obituarios por muy bien escritos que estén, mucho cariño que lleven en sus líneas y muy ganados que estén en vida los halagos que puedan contener. Cientos de perfiles del ex presidente de Uruguay –quizá el presidente más pobre y quizá el más feliz a la entrada y salida del cargo–, portadas de periódicos, aperturas de televisión y radio, programas repasando su vida y milagros que no hizo y un sin fin de textos circulando por el mundo.

Está bien ese reconocimiento y homenaje final, aunque seguramente el protagonista no se vería reflejado en buena parte de todo ello. Se reiría y no dejaría de lado esa capacidad de sorna con la que ha afrontado los vaivenes de la vida. De Mujica, como de Saramago, hay que leer sus libros, escuchar sus entrevistas y discursos y asimilar sus mensajes. Hay mucho que aprender en todo ello en este mundo de hoy que no es por el que lucho, sufrió y trabajó. Me quedo con que le creo una persona honesta, con las luces y sombras que acumulamos todos en el paso por la vida y más alguien que ha tenido tantos episodios distintos en su viaje por aquí. Uno de los últimos representantes de los valores culturales, sociales y humanistas de aquella izquierda que ya poco a poco está dejando de existir en gran parte del mundo. Las personas siempre por delante de las ideas, las ideas al servicio siempre de las personas. Coherente con su forma de pensar otra sociedad por la que luchar, en la que los valores humanistas primaran y la redistribución de la riqueza y la igualdad de oportunidades se impusieran sobre el egoísmo de la acumulación de capitales y riqueza y un inmenso resto malviviera abandonado a su suerte. No es lo mismo el mundo del Contrato Social que el del Hombre es un lobo para el Hombre. No son lo mismo unos valores que otros. No lo logró, pero dejó otro granito de arena y el reto para el resto de que eso sigue siendo una lucha vigente. Un buen tío en mi imaginario con su eterna compañera Lucía que tenía claro que la llegada de la muerte es, como para todos, el destino final de la vida. La tierra le será leve seguro.

PD: Me disculparán lectoras y lectoras por añadir este pequeño aparte más personal. Coincidiendo con la muerte de Mujica, ha fallecido también un buen amigo, Txomin. Puede que esa coincidencia no sea del todo casual. o seguramente sí, claro, pero eso es irrelevante ya. Compartían al menos una visión muy similar de lo que está bien y de lo que está mal. Txomin era una persona buena que también pensaba que las personas deberían ser lo primero. Parecen prédicas en el desierto, pero no lo son. No han sido buenos estos últimos tiempos en esto de perder compañías en la vida, buenos amigos o personas con las que ha sido fácil compartir tiempo y palabras o ex compañeros. Marisa, Aitor, Josetxo, Txemari, Loretxo y ahora Txomin. Demasiadas despedidas en apenas seis meses. Otros grandes que ya no veremos más. Al menos por aquí. Goian bego.