Como la gran mayoría de rojillos, desconozco qué va a ser la próxima temporada de nuestra estrella, un Ante Budimir que a sus casi 34 años ha alcanzado en los dos pasados el mejor rendimiento que haya logrado jamás un jugador de Osasuna en sus 43 temporadas en Primera División. Así a vuela pluma no se me ocurre otro jugador que a nivel individual haya obtenido ese rendimiento, que haya tenido esa importancia en el equipo y que haya sido tan brillante a nivel de toda la Liga.
Tras tres temporadas iniciales firmando cifras dignas pero acordes a la historia de Osasuna en cuanto a sus pichichis –11, 8 y 8 goles–, la pasada ascendió hasta las 17 dianas y ésta se ha salido con 21, lo que, lógicamente y pese a sus casi 34 años, ha avivado el interés de muchos equipos por él. Ahora, cuando se ha sabido que su cláusula de rescisión puede ser durante un tiempo de 8 millones de euros, es lógico que el aficionado tema que el estandarte del club abandone el mismo rumbo a otro destino.
Por mi parte, por supuesto, me daría pena, porque tal y como está el fútbol es casi imposible lograr un recambio que te firme esa horquilla de más de 8 goles hacia arriba –que te firme 21 en Osasuna es un milagro–, pero si es lo que él quiere de mi puño y letra no va a salir un solo reproche.
No tengo ánimo posesivo con las vidas y carreras deportivas de personas por mucho que jueguen en mi equipo, ya que jamás estaré ni he estado ni estaría en sus pantalones, y por tanto no soy nadie para juzgar ni para bien ni para mal una sola de sus acciones. Solo podría hacerlo de quien haya dicho que jamás se irá, pero de nadie más. Si Budimir es fichado por otro equipo, dejará aquí lo que costó o incluso más, 70 goles como 70 soles que nos han dado cinco años tranquilos y hasta brillantes a ratos y un comportamiento ejemplar. Si se queda, espero que le queramos igual que hoy aunque no le entren los balones.