Nadie puede poner en duda que la labor que hace la asociación de familiares de personas con Alzheimer, AFAN, es encomiable. El apoyo, asesoramiento y profesionalidad que demuestran día a día son la brújula de las familias que tienen que hacer frente a las enfermedades neurodegenerativas de sus seres queridos. Tampoco sería justo que cayera en el cajón del olvido la gran contribución que ha hecho a la música tradicional navarra la Asociación Cultural de Gaiteros-Iruñeko Gaiteroak. Para ambos grupos, mi cariño, respeto y admiración. En una situación normalizada, cualquiera de estas dos asociaciones, que reflejan en su seno la rica diversidad social, cultural y solidaria de nuestra ciudad, concitarían el consenso mayoritario de la ciudadanía de Pamplona para encender la mecha del Chupinazo que desata el entusiasmo festivo durante nueve días. Pero es verdad que la dramática situación por la que atraviesa Palestina (o lo que queda de ella) merece que la pasión por el comienzo de nuestras fiestas se pueda compaginar con un guiño de solidaridad que sirva como caja de resonancia a escala mundial.
Desde que supe que en la votación popular para tirar el Chupinazo la asociación Yala Nafarroa había sido la elegida, no os voy a negar que he sentido una gran alegría y mucho orgullo al comprobar que nuestros vecinos y vecinas hayan comprendido que en nuestro momento más importante del año había que brindarle la voz y la palabra al sufrimiento palestino.
Hace ya varias décadas, los míticos Tijuana in Blue cantaban aquello de “Joder qué bien se está en nuestra capital, txikita y apañada, pero, ¿para qué quieres más?”. Al recordar cómo nos desgañitábamos en los bares cantando ese himno de orgullo generacional, se me ponen los pelos como escarpias. Pues bien, el espíritu de esta canción ha vuelto cuarenta años después ya que el 6 de julio millones de personas nos mirarán y podrán contemplar que aquí, en la Vieja Iruña, no somos insensibles al drama por el que está pasando el pueblo palestino. Que somos txikitos pero apañados y que, por eso, aprovechamos el inicio festivo para decirle al mundo que nuestros sentimientos están con los que sufren los bombardeos criminales de un estado amparado y armado hasta los dientes por EEUU.
Que denunciamos con rabia el impune genocidio que está cometiendo Israel contra todo un pueblo, obviando por completo la legalidad internacional y con la vergonzosa complicidad de las potencias occidentales. Y que, por supuesto, el color rojo de nuestro corazón y nuestro pañuelo este año simbolizará la sangre derramada de tantos niños y niñas que han sido asesinados por el hecho de haber nacido en Gaza y Cisjordania. Así que este año, después de almorzar, a las 12 de la mañana del 6 de julio, que nuestro primer pensamiento sea para todos ellos. Por justicia y solidaridad. Gora San Fermín! ¡Yala!